astrología 2018 · construir la esperanza · ecoternura · júpiter en sagitario · la voz de venus 2020 · luna nueva · mística de gaia · venus en escorpio

Luna nueva en Sagitario :: Mercurio y Venus en Escorpio :: la raíz del silencio ::

Si la comunicación fuese un árbol, la escucha sería las raíces húmedas que sostienen el intercambio de palabras. Raíces unidas bajo tierra, troncos separados -cada cual en su centro- y las hojas, flores y frutos como la belleza y sabor de las palabras que intercambiamos.

La escucha es una cueva profunda. Agota repetir las mismas palabras. Bajemos juntos a las raíces a escuchar lo que nos une : respeto, validación del tiempo y la energía propia y ajena, encuentro empático, silencios llenos de presencia compartida.

Escuchar es hacer vacío, estar dispuestos a olvidarnos un poco de nuestro yo para hacer tiempo espacio para el tú. Errantes, a veces nos perdemos en monólogos paralelos, sin escucha corporal que teja el puente magnético vibrante de la intimidad compartida, anhelada.

A veces las palabras se revelan promiscuas cuando intentan llenar el vacío de la desconexión. Cuando secuestran la voz de la esencia. La magia disonante del reino de la palabra nos convoca a volver a la orilla del fuego para permitir que nuestro corazón olvide las mentiras que se han apropiado de su resonancia íntima y sincera, de su tiempo de tambor.

Cuando la mente nos separa de lo que más deseamos es tiempo de volver al bosque, al río, al mar, a la hoguera, a hacer silencio de cuerpo hecho casa y encontrar amparo refugio en la voz íntima y profunda de la raíz de la tierra.

***

Este viernes 7 de diciembre cruzamos el umbral de la luna nueva en Sagitario. Esta es la primera luna nueva en Sagitario que acoge la presencia de Júpiter en este signo, en su casa. Esta luna es también la última luna nueva del 2018.

Entre esta luna nueva y la del 6 de enero del 2019 -en Capricornio- cruzaremos el umbral del solsticio de Diciembre.

Mercurio recupera su marcha directa mañana jueves 6 de diciembre, en Escorpio.  Venus ya ha vuelto a entrar en Escorpio, signo por el cual recorrerá los grados de su retrogradación. Venus entrará en Sagitario el 6 de enero, el día de la luna nueva en Capricornio.

Este es un ciclo lunar en el que todavía estamos integrando las lecciones evolutivas del tránsito de Venus retrógrado iniciado el 6 de octubre en el grado 10 de Escorpio. Una fecha para marcar en nuestro calendario es el 17 de diciembre, día en el que Venus vuelve a pasar por el grado en el que inició su retrogradación. A partir de este día Venus caminará por un nuevo territorio.

Por ahora seguimos integrando la dimensión alquímica del conjuro de Venus por Escorpio. Este tiempo en el que Venus vuelve a recuperar su camino hacia adelante coincide con un proceso astronómico en el que nuestra estrella del amanecer va subiendo en altura en nuestro cielo. Venus alcanzará su máxima altura -desde la perspectiva de la tierra- el día de la luna nueva en Capricornio, y el día en que entra en Sagitario, el 6 de enero.

Esta coordenada astronómica nos habla de la posibilidad de elevarnos poco a poco del territorio del inframundo de Escorpio. Nos habla de alcanzar una perspectiva más amplia, más abierta de las situaciones en las que nos hemos encontrado inmersos en los pasados meses. También nos habla de un sentimiento de levedad espiritual, de un vuelo interno que se alza y nos alivia de la recién vivida pesadez.

La cualidad de Venus es su capacidad de magnetizar.  En Escorpio Venus nos habla del proceso de transformación de lo denso en liviano, de lo opaco en luz. Si queremos encarnar el brillo de la luz de Venus -y magnetizar nuestros deseos con integridad- no podemos ignorar el proceso que implica crear la composta fertilizante de lo que se eleva hacia la luz. No podemos ignorar el proceso de reciclar la energía muerta del pasado que pide actualización, movimiento, conciencia, salida : renacer.

Es en nuestros vínculos que esta narrativa alquímica se ha hecho sentir con más fuerza, con más intensidad. Nuestros vínculos siendo los espacios de intercambio de nuestra energía. Energía creativa. Energía sexual. Energía material.

¿qué queda por mirar? ¿qué queda por acoger? ¿qué queda por reconocer?

La luna nueva en Sagitario nos convoca a la verdad. Pareciera que entre hoy y la próxima luna nueva tenemos historias que integrar, verdades que develar, acoger, aceptar. Parece que una nueva capa encubridora se disuelve y la verdad emerge, brillante, luminosa. Esta luz nos puede cegar, nos puede herir. Esta luz puede revelar algo que por mucho tiempo no quisimos aceptar. Lo que es seguro es que la luz de esta verdad nos libera, nos abre las alas, nos abre el camino. En este nuevo ciclo abramos nuestra escucha a aquello que se está liberando.

Mercurio y Venus, ambos en Escorpio, nos piden que escuchemos adentro -aún más profundo- para que tejamos los eslabones que unen nuestra palabra, nuestro corazón y nuestra verdad. Tal vez todavía nuestras palabras no llegan al fondo de lo que nuestro corazón desea y necesita expresar. Tal vez la verdad late en un lugar oculto que pide que la rescatemos para poder expresarla y tejer puente de palabras resonantes con nuestra intimidad más profunda. Tal vez nuestras palabras- dominantes, adiestradas, eruditas, malabaristas, encubridoras, hechiceras, seductoras, maquilladoras, enmascaradoras- han quedado al descubierto visibilizando una fisura en nuestra comunicación, una brecha en nuestro interior.

El vínculo es una narrativa compartida. El conflicto emerge cuando nuestras narrativas no coinciden. Malos entendidos, ‘no dichos’ a tiempo, silencios prolongados, ambigüedad o falta de claridad en el/los acuerdo(s), interpretaciones hechas desde la herida -y otros factores- a menudo interfieren en el campo del conflicto y generan un desencuentro de gritos sordos que claman amor, atención, cuidado. Bajo esta Luna nueva en Sagitario la verdad habla desde una raíz silenciada, que pide presencia, escucha y atención.

Pide cuidar lo tierno y vulnerable que nos habita. Pide honrar la diferencia ajena como reflejo de la belleza de la diversidad del universo y no como una amenaza a nuestro ser. Pide que aceptemos el reto de comunicarnos desde lugares no carteados, que nos tomemos el tiempo de escuchar. Pide que nos tomemos el tiempo de escucharnos a nosotros mismos. Pide que reconozcamos el poder de la escucha, enraizada en la capacidad de hacer silencio para el otro. Pide que honremos la escucha como el acto sagrado en el que dejamos que la energía -la realidad, la verdad- de otro ser nos habite un tiempo, un momento. Pide que no temamos el conflicto.

El conflicto es un encuentro vital, creativo. Es en el conflicto que tejemos la escucha receptiva de nuestra humanidad encarnada. Una humanidad que acoge el error. Una humanidad que se acepta a sí misma. Una humanidad consciente de su naturaleza cambiante. Desde este lugar el conflicto es un espacio compasivo, seguro, abierto, en el que podemos entrar en batallas sagradas que honran desacuerdos respetuosos.

¿y si tememos el conflicto? ¿si asociamos el conflicto con un atentado a nuestro ser, a nuestra soberanía? ¿si en vez de ver el conflicto como un espacio práctico -en el que, a través de la voluntad de trabajar nuestros desacuerdos, creamos acuerdos- lo vemos como un espacio de peligro y sobrevivencia? ¿y si asociamos el conflicto con negatividad, violencia? ¿y si el conflicto despierta memorias de abuso en las que no pudimos hacer valer nuestra voz en el pasado? ¿y si el conflicto ahuyenta nuestra presencia y desafía nuestra soberanía? ¿y si el conflicto nos disocia, nos fragmenta?

En esta luna nueva, Marte se encuentra en conjunción con Neptuno en Piscis y ambos hacen una cuadratura con la luna y el sol en Sagitario. Bajo esta configuración planetaria pareciera que las pequeñas desavenencias vinculares se convierten en tornados marinos, en tormentas emocionales trascendentales que llevan nuestra palabra a la deriva.

Tornados silenciosos cuya centrífuga nos lleva agua adentro a conectar con una vulnerabilidad desconocida, con una sensibilidad no carteada, con la necesidad de compartir una intimidad cuidada y honrada. Y desde este lugar -en la medida que gestamos este cambio interno- no nos apetece, no nos resuena salir hacia afuera a hacer valer nuestros puntos de vista, nuestros límites, y menos a negociar nuestros pactos.

Estos silencios marinos -si los acogemos y escuchamos- más que enconar el conflicto, permiten que brote un sentimiento renovado que se abre a la posibilidad de conectar con otros desde una verdad propia más íntima. Un sentimiento liberado del dominio de la palabra condicionada por el pasado.

Entonces, si bajo esta luna nueva sentimos que nuestra palabra no está lista para nombrar y honrar nuestra verdad más íntima, aceptemos su retiro. Si es así, honremos y aceptemos que nuestra palabra viaja a su raíz, y que necesita su tiempo, su espacio para encontrarse y gestarse.

Tal vez, bajo esta luna nueva, sí sentimos que es un tiempo propicio para compartir palabras semillas, palabras abiertas al cambio, palabras que tejen puentes creativos hacia la resolución de conflictos. Y tal vez la invitación que este ciclo lunar nos hace es la de sostener la incomodidad de un diálogo interno que sin maquillaje -desenmascarado- susurra su brote hacia la luz y pide audiencia.

¿cuál es mi necesidad? ¿soy capaz de presentarla de manera clara a quien me importa que me escuche? y cuando verbalizo dónde estoy, lo que me pasa y lo que necesito, ¿quién me escucha? ¿quién me ignora? ¿quién huye? ¿quién se ofende? ¿quién ataca? ¿quién se queda y dice, “estoy aquí, qué pasa, hablemos”? ¿quién nos ignora?

Cuando entramos en el territorio del agravio, – el sentirnos en ofensa por haber recibido un mal trato, un mal manejo de lo que hemos pedido- estamos en aguas turbias. Aguas turbias como un lugar poco seguro. Aguas turbias como un lugar en el que no hay transparencia, honestidad, claridad. Aguas turbias que detonan memorias. Aguas turbias que nos llevan al pasado.

Es un riesgo decir “no me ha gustado lo que has hecho”. Es un riesgo poner un límite y decir “en estos momentos no puedo atender tu necesidad”. Es un riesgo interrogar y cuestionar antes de aceptar un pacto. Es un riesgo preguntar “¿porqué elegiste actuar de determinada manera?”. Es un riesgo, porque abrimos la puerta a lo desconocido, abrimos la puerta a narrativas que tal vez nos sacan de nuestra zona de confort.

Tal vez el conflicto es un lugar en el que nos enfrentamos a nuestro miedo a perder el control. Tal vez, si estamos en control, no pasaremos por la vulnerabilidad de abrirnos al otro, de revelarnos, de mostrarnos. Tal vez tememos el conflicto porque tememos ver y sentir la mirada ajena, que nos hará de espejo de la nuestra. Cuando huimos del conflicto, huimos de nosotros mismos.

Tal vez, si controlamos, evitamos sentir culpa, vergüenza. Tal vez si controlamos logramos escapar de ese lugar llamado intimidad, ese lugar que nos desnuda, nos humaniza, ese lugar profundo que es la raíz del amor, casa del encuentro.

El nombrar nuestra necesidad -o el nombrar lo que no nos ha gustado- nos hace cruzar el límite de la zona segura de la relación. Estar en esta zona segura es lo que hemos aprendido a sostener para sobrevivir:  callar y adaptarnos, aunque no nos guste cómo nos tratan. Responder defensivamente, aunque no nos guste cómo tratamos a otros.

Nos equivocamos -y menos mal que así es- pero es el manejo del error compartido lo que revela nuestras exigencias, juicios y vulnerabilidades proyectadas en el campo del otro. Nos podemos equivocar, sí, y a veces también herir a quienes apreciamos y amamos.  Sería inhumano asumir que, en una relación íntima, comprometida y de acompañamiento compartido, esto no ocurra.

Tal vez conocernos mutuamente ES darnos tiempo para el conflicto y es darnos tiempo para el silencio. Tal vez reconocernos es discernir juntos si es tiempo de palabras o no. Tal vez encontrarnos en nuestras diferencias, corregirnos juntos y escucharnos para -sin traicionar nuestras necesidades personales- también honrar y cuidar las de la otra persona. Esta sería una relación interdependiente en la que creamos equilibrio juntos. Un lugar de escucha. Un lugar en el que podemos hablar en confianza. Un lugar íntimo.

Escorpio gobierna el territorio invisible del vínculo, siendo esta invisibilidad aquello que se siente y que es difícil de nombrar. Todo vínculo comparte un ecosistema de intercambio energético. Los recursos compartidos de una relación nos hablan de cómo se mueve este campo de energía, de cómo fluye. De ahí que Escorpio esté vinculado a la intimidad. Es este intercambio energético invisible que, una vez carteado, sostiene las relaciones de crecimiento evolutivo.

Un camino de paz, un camino de belleza (Venus) nos pide que vínculo a vínculo nos presentemos (Marte) y digamos (Mercurio) nuestra verdad (Júpiter). Podemos decir, por ejemplo, “necesito decirte algo”, “me pasa algo contigo que te quiero compartir”. Nos pide que entremos en el campo, a veces incómodo -arriesgado e inseguro- de ser sinceros y entreguemos nuestra verdad con integridad y firmeza. Nos pide que nos presentemos, que nos dejemos ver, en plena humanidad, sin máscaras ni maquillajes.

Si en el pasado hemos acostumbrado a ciertas personas a estar disponibles para sus necesidades de una determinada manera, es natural que cuando nos presentamos a compartirnos sinceramente desde un nuevo lugar, lo pueden a sentir, o resentir.

No nos podemos hacer cargo de lo que otros sienten. Hacernos cargo de lo que otros sienten es hacernos cargo de su energía. Es agotador. De lo que si nos podemos hacer cargo es del terreno compartido con el otro. Sin la participación de la otra persona, sin su voluntad de sinceridad, escucha y transparencia, poco se puede alcanzar. De ahí que a veces hablar de frente es arriesgado. Corremos el riesgo de darnos cuenta del verdadero valor que la persona pone en el vínculo. Nos arriesgamos a darnos cuenta de que en la medida que no somos el rol -o el personaje- asignado en la relación -si nos salimos de guion- realmente no somos ni vistos, ni reconocidos, ni valorados por lo que somos. Este es el duelo implícito en el proceso de honrar el conflicto. El conflicto es una puerta que nos lleva a la unión o a la separación. En ambos casos es algo tejido entre dos.

Los demás pueden elegir escucharnos y respetar nuestras necesidades, comunicarnos las suyas y de ahí tejer en unión una nueva vuelta evolutiva en la relación. Pueden elegir tomarlo como una ofensa. Pueden elegir no respetar e insistir que el vínculo siga dándose en los términos del pasado.

Este es el terreno por el cual nos movemos en estas semanas. Mercurio, Venus, Marte y Júpiter junto al sol y a la luna, están ahora tejiendo una narrativa evolutiva vinculada al inframundo de las relaciones, la sombra de la palabra y la construcción de una ética vincular basada en la verdad compartida.

De la codependencia a la interdependencia tejemos vínculos palabra a palabra.

Qué nuestras palabras tejan puentes para que la verdad de nuestro corazón pueda ser expresada ahí donde tal vez más nos duele. Es en ese lugar de vulnerabilidad y sinceridad compartida que podemos acoger -en unión- la nueva luz de Venus, la claridad de Mercurio, la valentía y asertividad de Marte, y la abundancia de Júpiter.

Por ahora todavía seguimos braceando la sombra que fertiliza el renacimiento de relaciones que están pasando la prueba de la integridad. Algunos vínculos que ya han cumplido su tiempo nos convocan al duelo y a la honra del tiempo compartido. Esta honra, también nutre nuestro camino hacia el nuevo territorio vincular que estamos construyendo. Podemos seguir amando a quienes no nos acompañan más en el camino. Los podemos seguir honrando desde la distancia de un silencio profundo, cuya raíz sagrada inevitablemente nos une. Podemos seguir honrando el tiempo del amor eterno que nos une mientras damos un paso afirmativo hacia el valor de seguir nuestra verdad.

Buena luna nueva y buen ciclo de cierre de este año 2018

***

♥ COMPARTE CON AMOR ♥ Este texto está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Copyright textos e imágenes ©Paloma Todd para http://www.lunadeabril.com

13 respuestas a “Luna nueva en Sagitario :: Mercurio y Venus en Escorpio :: la raíz del silencio ::

  1. Woooow… Impresionante la capacidad de poner en palabras la realidad, las emociones, lo vivido y aprendido.
    Muchas gracias 🙏🏼

  2. Al leer me emocione…en palabras lo que siento profundamente…es la sensacion que tengo hoy , la percepcion de la energia del universo..gracias por narra y transmitir.
    Creo que hay personas que tienen el don de poner en palabras las sensaciones..los sentimientos,gracias por compatir♡

  3. Gracias por nombrar el profundo silencio que estaba sintiendo. Tus palabras son un bálsamo para mi alma. Gracias, Paloma! ♡

  4. Me encuentro escribiendo una laaarga carta, que Júpiter ayude a expresar
    mi verdad y que llege al corazón de donde tenga que llegar.
    Y que puedan mis palabras hacerse semilla.
    Insala.

Los comentarios están cerrados.